En la aviación nada es eterno. Bueno… de hecho esta frase no es del todo cierta. Tenemos el claro ejemplo de DC-3, C-46, DC-4, ¡que llevan volando incluso 80 años! Si nos fijamos en reactores, hay aviones con más de 50 años a sus espaldas que vuelan cada semana. Pero, para este artículo, nos vamos a centrar en los reactores de pasajeros modernos: desde la década de los 80 hasta la actualidad.
Estos aviones tienen una vida útil que viene determinada por el número de ciclos (despegue + aterrizaje) que realizan. Por supuesto, requieren de un mantenimiento programado y perfectamente especificado por el fabricante, así como de la sustitución de piezas más grandes y claves como pueden ser trenes de aterrizaje y motores. Pero, cuando ya no es rentable seguir manteniéndolo o sustituyendo piezas de un alto valor económico, ¿qué se hace con estos aviones?
En cierta forma podríamos decir que el proceso es igual al del desguace de un coche, si bien una de las principales diferencias es el alto nivel de reciclaje de piezas de los aviones. Vamos a saltarnos toda la parte burocrática y llegar hasta el momento del desguace físico de la aeronave. Por supuesto, los procesos dependen de la operativa de cada empresa autorizada y de muchos más factores, pero vamos a intentar explicarlo de forma general.
Lo primero que se hace es vaciar el avión de líquidos, esto es: combustible, aceites, agua, aguas residuales, líquidos hidráulicos, etc. Es el primer paso para realizar un reciclaje correcto de la aeronave evitando que estos líquidos peligrosos puedan llegar al medio ambiente. Estos líquidos serán posteriormente tratados por separado por empresas especializadas mediante diferentes procesos físicos o químicos con el fin de eliminarlos o reutilizarlos.
A continuación, la fase de despiece o desguace se centra en retirar aquellas piezas más valiosas. Las piezas más valiosas de cualquier avión son los motores. Estas (enormes) piezas están formadas por millones de componentes de alta precisión, lo que hace que su precio nuevo sea de varios millones de dólares por unidad. Dependiendo del modelo, pueden llegar hasta los 42 millones de dólares (GE9X). Está claro que uno de segunda mano vale menos, pero igualmente su precio es muy alto dado que es una pieza que puede ser sustituida con relativa facilidad en una aeronave.
La siguiente pieza muy valiosa en un avión suele ser el tren de aterrizaje. Estos necesitan ser cambiados a lo largo de la vida de la aeronave y, los que se retiran, por norma general se suelen reacondicionar para volver a ser utilizados, por lo que puede darse el caso de que el tren de aterrizaje de un avión que esté en proceso de desmantelación, sea prácticamente nuevo. En este momento, el avión se suele colocar en el suelo o sobre vigas de madera.
Del exterior del avión, también se retiran algunas superficies de control que también suelen cambiarse en un avión, como son los alerones, los spoilers, los flaps y slats o el rudder. También si fuera necesario o hubiera demanda para ello, se podrían retirar las puertas del avión o las puertas de carga, así como las rampas de evacuación.
Pasando a la parte interna de la aeronave, se retira el APU, los ordenadores del avión y la aviónica, que generalmente suele ser reutilizada y tiene muy alta demanda.
Si el avión no es muy antiguo, se suele retirar el interior para reaprovecharlo en otra aeronave dado que, generalmente, con tapizar un asiento este puede volver a ser usado. Sin embargo, si el avión es antiguo y los asientos no se adecúan a los estándares actuales, el interior se deja casi por completo y se recicla con el resto del avión.
🇫🇷 Triste fin de vie pour le 3ème Airbus A380 produit en série.
L’A380 immatriculé 9V-SKA, ex Singapore Airlines, est en cours de démantèlement chez TARMAC Aerospace à Tarbes. pic.twitter.com/yipvBGeZLL
— air plus news (@airplusnews) January 24, 2021
Una vez que no hay más piezas que se pueden aprovechar del avión, este pasa a ser “canibalizado”. Generalmente una excavadora equipada con unas tenazas suele ser la encargada de cortar el fuselaje en trozos más pequeños para que puedan ser cargados en camiones. Los aeropuertos donde se desmantelan aviones no cuentan, por lo general, con instalaciones dedicadas al reciclaje de los materiales, por lo que estos son trasladados a plantas especializadas donde los restos se trituran hasta que resultan unos trozos muy pequeños. Una vez estos trozos son del tamaño de tapones de botella, son separados mediante diferentes procesos en pequeñas montañas de aluminio, cobre, plástico, etc. Desde ahí se envían a plantas de fundición donde la vida de ese material vuelve a empezar y, quién sabe, incluso puede volver a convertirse en otro avión.