Para explicar el origen de este paraíso tropical en mitad de Alemania, nos tenemos que remontar a 1938 cuando el ejército nazi comenzó la construcción de un nuevo aeródromo a 50 km al sur de Berlín. Este complejo, conocido como el aeródromo de Brand-Briesen, debía dar protección a Berlín, así como ser utilizado para mandar ataques a las líneas enemigas.
En 1945, tras la toma de la URSS del lugar, el aeródromo pasó a manos del Ejército Rojo y así permaneció hasta 1994, cuando se decidió el desmantelamiento de todas las bases militares controladas por la Unión Soviética (después Rusia). El lugar, completamente inservible para la Luftwaffe, fue vendido a una empresa llamada CargoLifter que pretendía construir enormes dirigibles para el transporte de personas y mercancías. CargoLifter demolió varios hangares construidos por los nazis entre 1940 y 1943 y construyó en su lugar este impresionante hangar. Esta empresa quebró en 2002 dejando tras de sí uno de los edificios más grandes del mundo en cuanto a volumen y la sala más grande del mundo sin pilares en su interior, un proyecto que costó 78 millones de euros para construir este impresionante hangar con puertas móviles de 360 metros de largo, 210 de ancho y 107 de alto, que arroja un volumen de 5.5 millones de metros cúbicos.
Dos años más tarde, en 2004, lo compró una empresa especializada en parques temáticos y de entretenimiento familiar, que lo convirtió en algo que faltaba en Alemania y que seguramente tendría un gran éxito: una isla tropical.
Aunque fuera del hangar haya una temperatura de 0 grados (o menos) dentro siempre hay una temperatura superior a los 25 grados centígrados, con una humedad del 65%. En su interior, 8.500 personas al día pueden disfrutar de playas de arena blanca, varias piscinas, toboganes, numerosos restaurantes y un sinfín de entretenimientos y diversiones relacionadas con el agua. El lugar también cuenta con una noria y dos globos aerostáticos, que vuelan dentro del hangar desde los cuales se pueden divisar las numerosas áreas temáticas, como el pueblo puramente bávaro o la zona inspirada en Bali, entre otras. Además en el complejo también hay varios hoteles e incluso una zona de acampada para quienes quieran pasar la noche en una tienda de campaña y que, por supuesto, se quieran bañar de noche, algo permitido.
En 2016 se inauguró una amplia zona exterior que sigue el modelo interior, con amplias piscinas, zonas de juegos y mucha, muchísima vegetación tropical. Y no solo, dado que en el interior de este impresionante hangar, se pueden encontrar numerosas especies de animales tropicales, principalmente aves aunque también hay numerosos flamencos.
El lugar está abierto todo el año y actualmente pertenece a la empresa española Parques Reunidos, quien lo compró en 2018 por 226 millones de euros. Los precios oscilan en función de las opciones escogidas y del tiempo que se desea pasar en este pequeño gran paraíso. En la página web de Tropical Islands Resort se pueden obtener más datos y hacer reservas.