Ya por todos es sabido que el pasado 5 de enero, un Boeing 737 MAX 9 de Alaska Airlines sufrió la pérdida de un tapón del fuselaje, lo cual dejó un herido leve y un auténtico terremoto en todo el mundo aeronáutico y al contrario de lo que suele suceder con otras noticias, esta no
se ha perdido en el limbo informativo, sino que sigue de actualidad al igual que el primer día.
El último de una larga lista
Aquel incidente con el MAX 9 de Alaska Airlines ha sido el último incidente de una larga lista de defectos en aviones del fabricante norteamericano, especialmente en un producto que había sufrido dos accidentes mortales con anterioridad y que lo llevó a estar en tierra a nivel mundial durante casi dos años.
Dicen que la confianza cuesta mucho ganarla y muy poco perderla y en realidad así es, pero Boeing está ya en números negativos en este apartado. Este incidente supuso también tirar por la borda todo el trabajo que Boeing había hecho durante los últimos años con este
modelo, que parecía que por fin estaba por el buen camino con una buena respuesta de las aerolíneas y un cada vez mejor ritmo de entrega.
La confianza estaba volviendo poco a poco e incluso estaban firmando pedidos de tres cifras para este modelo, como si todo hubiera quedado atrás. Sin embargo, este incidente se produjo el 5 de enero y por solo dos días, selló el destino de Boeing.
El incidente que selló el destino de Boeing
En los últimos días de la administración Trump en 2021, Boeing llegó a un acuerdo con el gobierno federal (especialmente con el DoJ o Departamento de Justicia) mediante el cual, si Boeing no tenía ningún incidente o fallo serio durante un periodo de tres años, sería eximido de cualquier responsabilidad criminal y penal por el caso de los dos accidentes del 737 MAX 8 de 2018 y 2019, que dejaron más de 300 fallecidos en Indonesia y Etiopía.
Este plazo de tres años no libraba a Boeing de pagar una cuantiosa multa e indemnización a los afectados por los accidentes, por lo que el fabricante acabó desembolsando casi 2.500 millones de dólares. Cuestiones económicas aparte, este trato incluía el famoso periodo de tres años que, casualmente, vencía el 7 de enero del 2024.
Por tanto y por solo dos días, Boeing será investigada por delitos criminales en el caso del MAX 9 de Alaska Airlines, pero es que cabe la posibilidad de que también sea investigada por los accidentes de 2018 y 2019 que en un principio habían quedado sellados.
Por todos los frentes posibles
Pocos organismos quedan ya que no estén investigando a Boeing y si contamos a la opinión pública y los medios de comunicación, la presión sobre el gigante norteamericano aumenta considerablemente.
Actualmente Boeing está siendo investigado por la NTSB, la FAA, el DoJ, el FBI y por una comisión interna que está evaluando la seguridad en los procesos de fabricación de la compañía. Así que realmente el fabricante tiene a las más importantes agencias del país mirando con lupa cada paso que da y cada paso que dio durante los últimos años. Ya se ha establecido, por ejemplo, que el famoso tapón fue retirado en la factoría de Renton el 19 de septiembre para permitir el trabajo en unos remaches y que al volverse a poner es cuando se ha podido cometer el error con los tornillos. Pero, curiosamente, la documentación de ese trabajo no se encuentra en las instalaciones de Boeing aunque llevan buscándola casi 3 meses.
Pase lo que pase ahora con Boeing, es muy probable que en los próximos meses (o a más tardar un par de años) alguien de la cúpula directiva actual o pasada de la compañía se tenga que sentar en el banquillo de los acusados y que incluso pueda haber condenas de prisión para alguno de los implicados en el programa MAX o en la dirección de Boeing.
Pero, lo que está claro, es que a pesar de querer volver a una senda correcta, todo el trabajo realizado se ha echado por tierra y que ahora la compañía está peor vista que nunca, con la certificación del MAX 7, MAX 10 y 777-X sin un plazo concreto y con clientes fieles y de toda la vida que ahora están mirando serias alternativas. Además el tiempo pasa muy rápido y cada día que pasa, Boeing tiene un día menos para comenzar a trabajar en la siguiente generación de aviones, un campo en el que parece que Airbus (una vez más) le lleva ventaja.
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